El 15 de junio del 2012 marcó el inicio de una nueva vida para muchos jóvenes en los Estados Unidos después de que la Secretaría del Departamento de Seguridad Nacional aprobara el programa de Acción Diferida. Uno de esos jóvenes fue Pablo, originario de la Ciudad de México, que junto a su familia emigro a los EE.UU al cumplir los 15 años de edad, y que decidió no revelar su nombre completo para reservar su privacidad.
Su padre, siendo un pastor cristiano, obtuvo una visa religiosa conocida como la “R1.” Su esposa junto con su hija y Pablo obtuvieron la “R2” que se le da a los dependientes de los que reciben la “R1.”
Después de dos años con la respectivas visas, la familia fue informada que era candidata para obtener la residencia estadounidense. Inmediatamente contactaron a una firma legal reconocida para que iniciaran el proceso de residencia. Todo parecía estar en orden, ya que el gobierno les otorgo la cita para que el Centro de Apoyo para Solicitudes les recabara sus fotos, firmas y huellas dactilares, mismas que culminarían la revisión de antecedentes que eventualmente les daría la residencia.
Sin embargo, el estado migratorio de la familia—con la excepción de un hijo que era mayor de 21 años y había entrado al país con una visa de estudiante—se complico. Según Pablo, su familia fue “victima de abogados irresponsables.” El visado de la familia se venció y sin el mismo no podrían seguir con el proceso. La renovación del visado fue imposible debido a la negligencia de los abogados.
La firma legal envió tarde los documentos necesarios para la renovación, lo cual dio como resultado que el gobierno estadounidense rechazara la solicitud. El siguiente intento también fue rechazado ya que en esta ocasión los documentos enviados incluían información equivocada. Debido a estos múltiples errores la renovación fue negada definitivamente, dejando a Pablo y a sus padres—su hermana se caso con un estadounidense—sin visa y sin residencia.
La estancia de Pablo en el país no ha sido fácil desde que perdió sus papeles. El estado emocional y financiero de la familia ha sido afectado inmensamente pero aseguran que su fe en Dios ha sido lo que los ha mantenido fuertes. Económicamente la familia ha sido afectada ya que se niegan a trabajar con papeles falsos y prefieren vivir de sus ahorros.
Pablo estudio 2 años en Southwestern College, pero no podía continuar su educación ya que los costos en otras universidades eran demasiado altos. La situación de sus padres sigue incierta pero gracias al programa de Acción Diferida, Pablo puede permanecer en los Estados Unidos legalmente.
Hoy en día esta participando en el programa de Cross Enrollment que permite a los estudiantes de los colegios comunitarios tomar una clase por semestre en la Universidad Estatal de San Diego.
Pablo reconoce que el programa de Acción Diferida ha sido un paso importante en el camino hacia la reforma migratoria, aunque enfatizo que mas acciones son necesarias para que gente como el pueda solucionar su status migratorio en este país.