La procrastinación se ha convertido en un estilo de vida entre los universitarios, y en ocasiones, es un tema para reírse con amistades cuando las consecuencias no son graves.
El día en que viajé cinco horas para mi orientación en San Diego State, me dieron la noticia que mi admisión había sido revocada. No fue motivo de risa para mí.
Teniendo mi hospedaje en San Diego, haber publicado en mis redes sociales de mi translado y haberme despedido de mis amistades, sentí que el mundo se me venía encima.
No llegaron a tiempo mis expedientes académicos, los cuales envíe a última hora. Lo único que me daba esperanza era que tal vez, me podrían volver a admitir cuando les llegaran los expedientes.
Días después, me avisaron que había sido admitida nuevamente.
El día que aplique a SDSU no fue excepción. Recuerdo mi corazón palpitando rápidamente y mi dedo temblando mientras presionaba el botón de “enviar” a las 11:59 p.m., faltando un minuto para que terminara la fecha límite.
A pesar de haber llegado a este punto, siempre he sido una estudiante que hace las cosas a la última hora, aunque tenga que dormirme hasta las siete de la mañana del dia siguiente.
Por un tiempo largo, quise llamarlo ansiedad o falta de concentración.
Es como si un diablo y un ángel, como en las peliculas, estan a mis dos costados, donde uno me dice que inicie inmediatamente y el otro dice que me relaje conforme se acerca la fecha de entrega.
Encontré todo tipo de explicaciones y métodos para combatirlo, pero nadie parecía tener una receta mágica.
No quería esperar a que me sucediera otra cosa parecida, y con consecuencias irremediables, para poder cambiar. Ya estaba cansada de noches de desvelo y de mis calificaciones, las cuales comenzaron a bajar a nivel universitario.
Supongo que puedo aceptar que es una tendencia natural del ser humano, pero, así, como todas las tendencias malas, puedo tratar de controlarlas y que no se salgan de control.
Trato de mimarme antes de comenzar una tarea, pero me prometo un castigo si no lo cumplo. Cedo a mis impulsos y tendencias a procrastinar pero me atengo a las consecuencias, siempre y cuando no lleguen a ser graves.
Es por esto que he comenzado a vivir conforme a la frase en inglés “game the system”, en referencia a mi ser. Me duele el no salir un fin de semana por causa de la tarea.
Quisiera llegar a tener una vida ordenada, sin preocupaciones, sin falta de sueño, con metas cumplidas y con relaciones sanas.