Hasta hace tres semanas todo parecía normal en la vida cotidiana de los sandieguinos, pero todo eso cambió cuando EEUU alzó su bandera roja ante la pandemia de coronavirus (COVID-19).
Primero, los cierres a las escuelas de educación básica y superior, muchos empleos cerraron temporalmente, hasta que California comenzó con la cuarentena obligatoria.
El cierre parcial de la frontera entre San Diego y Tijuana no fue la excepción del caos de COVID-19.
Una de las fronteras más transitadas a nivel mundial decidió solo dejar cruzar a las personas ciudadanas, residentes y personas que tengan permiso para trabajar en EEUU.
Desde el 21 de marzo, la frontera entre México y EEUU está bajo restricciones, solo se puede cruzar a ambos lados de la frontera para cosas “esenciales” y los cruces “no esenciales”, tales como turismo o compras no serán permitidos.
Miles de personas se han visto afectadas ante este cierre parcial como modo de precaución para evitar que el virus se siga propagando en la entidad.
Dominique Paredes, estudiante de la Universidad Estatal de San Diego, es una de las afectadas por esta decisión, quien está preocupada porque la mayoría de su familia depende de algún tipo de medicamento.
“Como hay tanta necesidad médica dentro de mi familia, dependemos de un seguro médico” comentó Paredes. “En nuestro caso está en México ya que es lo que podemos pagar”.
Paredes señaló que sus visitas al médico a Tijuana son constantes, ya sea por una cita con el doctor o para comprar sus medicamentos.
No solo se vio afectada con los servicios médicos de su familia, sino también su servicio comunitario que solía hacer del otro lado de la frontera.
“No puedo participar en actividades que estoy acostumbrada de hacer en Tijuana”, dijo Paredes.
Aunque esta situación ha traído mucha ansiedad entre las comunidades afectadas, el optimismo y el positivismo continúa.
“La solidaridad en nuestras comunidades es lo que me da esperanza”, aseguró Paredes. “Saber que hay personas dispuestas a ayudar al prójimo durante la situación”.