Un ‘xix’, la palabra más utilizada por los yucatecos.
Es demasiado fascinante ver cómo cada estado de la república mexicana tiene sus propias palabras. En mi vida había escuchado tantas palabras mayas, y eso ocurrió durante mi estancia de intercambio en Mérida, Yucatán.
La mayoría de las palabras son tan difíciles de pronunciar que en algunas ocasiones tuve que investigar su significado, su pronunciación y cómo se escribían.
La aventura yucateca ha terminado, pero llena de experiencias y aprendizaje.
Desde que me dijeron que mi carrera requería de un intercambio, no la pensé ni dos veces y me inscribí.
Según yo me sentía muy fuerte, pensé, “solamente será un mes no creo que me voy a extrañar a mi familia”.
Error, nunca imaginé que si los iba a extrañar tanto.
Días antes de abordar el avión, lloraba por las noches sin que se dieran cuenta y los insomnios se volvieron más intensos y los nervios se apoderaron de mi.
Yo seguía aparentando mi gran emoción y mi valentía ante mi familia y amigos.
Me pregunté varias veces que estaba pensando cuando me registré al programa. Duré semanas buscando la respuesta y por más que trataba de encontrarla no podía.
Sin embargo, fue hasta hoy que comprendí porque quise irme lejos de mi familia por un mes.
Quise ponerme a prueba para saber que se sentía salir de mi zona de confort y la burbuja que me rodeaba.
Nunca había sobrepasado esa línea por miedo a lo desconocido y porque me sentía cómoda estar ahí.
Hoy veo las cosas diferente, ya no tengo tanto miedo a comenzar algo nuevo. Ya no le temo tanto a tomar decisiones sin titubear y desconfiar de mi misma.
Ojalá esto me dure para siempre y no regresen las inseguridades que a veces no me dejan avanzar.
Este mes lejos de casa me ha servido para valorar el tiempo en familia, para disfrutar cada momento con mis seres queridos, lo que tengo, lo que soy y de donde vengo.
Conocí más a fondo mis capacidades, a valorar mi tiempo a solas, pude pensar hacia dónde quiero ir y qué quiero lograr para mi futuro. Estoy lista para comenzar los nuevos retos de este semestre y lo que resta del año.
Además, de estudiar en una la Universidad Marista de Mérida, experimenté comidas, lugares, el idioma maya y comparé la cultura estadounidense con la mexicana.
Me di cuenta que los universitarios en México siguen viviendo con sus padres hasta que terminen su carrera universitaria y lleguen al matrimonio.
En cambio, aquí los estudiantes que deciden ir a la universidad tienen que moverse de casa porque muchas veces la universidad está en otro estado o horas lejos de casa.
Me siento afortunada de seguir viviendo con mis papás porque sigo muy apegada a ellos todavía.
Durante estas semanas, me divertí con mis compañeros y conocí a personas increíbles que extrañaré y con quienes espero seguir en contacto.
Pasamos momentos muy divertidos y uno que otro momento amargo, pero todo es parte de la experiencia de un intercambio.
La gente en Mérida es la más amable, cálida que he conocido y su acento tan único como ellos. Mi familia anfitriona siempre estuvo atenta y me arropó desde el primer día para no sentirme sola, y eso lo agradeceré por siempre.
Conforme pasaban los días, me di cuenta de que México tiene mucho más que ofrecer de lo que los medio relatan y presentan a la sociedad.
México es historia, cultura, amabilidad en donde sus colores pintorescos, sus ruinas, sus bosques y sus playas lo hacen ser único.
Para los estudiantes que piensan hacer un intercambio durante su educación en la Universidad Estatal de San Diego y tienen miedo, háganlo no se arrepentirán.
Este viaje los ayudará a conocer más sobre ustedes, podrán aprender de un nuevo país y mirarán de otra perspectiva el mundo entero.
Fue hasta el último día que supe que significaba un ‘xix’, los yucatecos la utilizan para referirse a un poco cuando están tomando o para alguna otra actividad.
Mérida, te quedarás por siempre en mi corazón. Tu amor al recibirme fue lo que me hizo querer regresar una vez más.
Alejandra Luna es estudiante de último año de español. Síguela en Twitter @alelunaglls.