Un gran aspecto de ser estudiante de universidad en los Estados Unidos es el vivir fuera de casa, ya sea en el campus o en sus alrededores.
En mi caso, vivo en una casa con tres compañeras a cinco minutos en trolley del campus.
Todas somos estudiantes y trabajamos medio tiempo. Igualmente, cada una se encarga de sus efectos personales así como de la comida.
Moyra, quien estudia matemáticas, compra mucha agua con sabores artificiales, como snacks bajas en calorías. Ella cocina ocasionalmente comida congelada o pasta.
Danielle, quien estudia arte, igualmente, compra muchas pastas y bebidas azucaradas, como soda y unos cuantos vegetales.
Kirsten, quien estudia ciencias politicas, compra frijoles en lata, atún y cereal.
Yo trato de balancear, igual que mis compañeras. Compor vegetales baratos como espinaca y kale o frutas como manzanas y plátanos.
Pero, en el intento de mantener un presupuesto moderado para comer por una semana, las opciones repetitivas aburren.
De vez en cuando, me permito comprar comida en el campus ya que es rápido y me permite variar lo que como.
Aun así, intentar mantener una dieta saludable a un precio moderado no es fácil.
Solo en Trader Joe’s, lo cual está a muy corta distancia del campus, gaste $25 en alimentos básicos.
Mi testimonio no es una crítica a la tienda, ya que fue mi decisión comprar ahí, pero aun así, las opciones cercanas y convenientes que tenemos los estudiantes no son muy amigables con nuestros presupuestos apretados.
Un artículo por Todd Christensen de Debt Reduction Services, propone que en promedio se debe gastar de $75 a $125 por persona en comida por un mes. Sin embargo, Christensen habla de una situación con una familia donde ambos padres trabajan y no menciona qué tipo de situación sería cuando un estudiante vive solo y lejos de casa.
Aun con la oportunidad de hacer un presupuesto y planear con anticipación, me encuentro repitiendo comidas, aburriendome de ellas, y al final, gastando más en comida o cena.
Adicionalmente, el tomar cuatro o más clases por semestre reduce mi tiempo a pensar cuidadosamente qué comer y me lleva a elegir algo relativamente sano, y a mi alcance que ir a casa y preparar algo.
En otro artículo por el Huffington Post, una nutriologa hace referencia a la cantidad de estrés que tenemos como estudiantes al tener que hacernos responsables de clases, gastos y actividades diarias.
Pero de verdad todo es culpa de nuestra situación y solo somos victimas de el ambiente universitario?
La respuesta es no.
Al vivir sola, soy totalmente responsable de cada acción que tomo y eso influye en que gasto mi dinero y cuando gasto.
No ayuda que los precios de comer en el campus no sean muy baratos pero nadie me obliga a comprar ahí.
Al final del día, está en mí el tomar decisiones informadas, aunque puede ser difícil. Sí tengo antojo de algo en ShakeSmart o de Farmers Market, pero tengo que pensar en que protegerá mi cartera y me permitirá sentir bien sabiendo que no gaste en algo innecesario.