Actualmente, en la etapa de desarrollo dentro de la cual nos encontramos en nuestra evolución social, gran parte de nuestras acciones han y siguen siendo dirigidas al trato justo de cada ser humano. De igual manera, los mismos esfuerzos han sido aplicados para intentar corregir los miles de horribles actos que han sido perpetrados en posterioridad, ya sea si fueran en nombre de uno u otro dios, gobierno, o reinado como es el caso de Moctezuma.
Recientemente, se han comenzado varios procesos para reconocer la extensa historia que ya existía aquí antes de que las innumerables masacres y epidemias devastaran a la población del continente americano desde 1492. El propósito de este proceso es mostrar cómo el modelo euro-colonial de nombramiento pretendía borrar sistemáticamente la conexión a tales sitios sagrados y antiguos que unían a la gente indígena de las tierras. El hecho de reconocer que es sobre tierra Kumeyaay donde San Diego State University se encuentra localizada busca el mismo propósito.
De igual manera, cuando los españoles conquistaban un área, destruían sus templos y forzaban a aquellos conquistados a construir una catedral en el mismo sitio, profanando así los lugares ancestrales de adoración, mientras buscaban borrar la conexión de tales pueblos a sitios que habían sido venerados como sagrados por siglos enteros.
Dentro de este proceso de reconocimiento histórico un paso muy importante es continuar creando conciencia para así amplificar las voces e historias de aquellos que fueron y siguen siendo silenciados. Por lo tanto, tenemos que reconocer que el nombramiento erróneo de Montezuma que aparentaba ser un detalle mínimo y el cual ha sido permitido desde 1937 por SDSU, ahora va en contra de esa misma búsqueda de justicia hacia los pueblos prehispánicos y personas indígenas cuya memoria fue borrada de los libros de historia.
En vez de investigar propiamente el legado y nombre correcto del monarca Azteca que nos representa como escuela, es evidente que aquellos encargados de planear tal imagen solo decidieron hacerlo pensando en las posibilidades de mercadotecnia detrás de tal tema. Por el simple hecho de no considerar el significado histórico de Moctezuma II, hasta hoy en día se le continúa faltando el respeto a una de las últimas civilizaciones Mesoamericanas—lo cual finalmente solo muestra el desdeño implícito hacia el resto de las poblaciones americanas prehispánicas de parte del modelo anglo-céntrico que ha dominado los últimos siglos.
Por ejemplo, el origen del uso de “Montezuma” como antropónimo se le atribuye al Dr. Peter Clark, un médico de Nueva York, el cual en 1806 bautizó su casa así, pensando que este era el nombre correcto del emperador; este nuevo asentamiento ayudó a desarrollar un poblado que creció y eventualmente se convirtió en un condado homónimo a la casona.
Para añadir a la cruel ironía, este asentamiento se estableció en territorio de la tribu Cayuga, quienes vivieron en comunión con la naturaleza a las orillas del río Séneca hasta principios del siglo XIX y fueron despojados de sus tierras nativas por pobladores angloamericanos tales como Clark.
Este nombre fue usado de nuevo en la década de 1860, cuando exploradores europeos y angloamericanos descubrieron en el norte de Arizona los impresionantes restos arqueológicos de un sistema de vivienda excavada en la cara de un acantilado, el cual ellos decidieron llamar el “castillo de Montezuma”. Aunque tales residencias no habían sido construidas ni siquiera visitadas por emisarios aztecas, la ignorancia de tales mineros y exploradores—así como la del público norteamericano en general—consiguió popularizar el nombre del sitio al igual que el uso del nombre incorrecto de Moctezuma.
El efecto negativo que el uso incorrecto de un nombre puede tener se ve reflejado claramente en este mismo ejemplo ya que gracias a la ignorancia popular, esta joya arqueológica fue incorrectamente atribuida a los Aztecas por muchos años, mientras antiguas civilizaciones norteamericanas como los Sinagua—los verdaderos arquitectos de esta y muchas otras villas en acantilados a través de Arizona—fueron eliminados de los libros de historia.
De no ser por el proceso de reconciliación histórica que ha ocurrido en las últimas décadas, no se continuaría investigando y otorgando el respeto que se le debe a aquellas poblaciones que en verdad habitaron la tierra donde nos encontramos hoy en día. Por lo tanto, podemos observar que continuar usando el nombre incorrecto de Moctezuma es una manera en que SDSU participa en esta cultura de obliteración histórica.
En vez de tratar de solidificar la identidad Azteca de nuestra alma mater a través de acciones mundanas como incluir platillos aztecas en el menú durante juegos de fútbol, SDSU debe ser quien esté a la vanguardia de honrar a nuestro espíritu líder de una forma con verdadera calidad, comenzando con corregir su nombre para así realmente honrar su legado.