De pequeña, muchas de mis memorias felices con mi mamá eran en la cocina, aprendiendo de ella. Pienso que la idea del “amor entra por la cocina”, es de verdad, porque allí en la cocina me sentí conectada con ella, y con su mamá, y con la mamá de su mamá. Me recuerdo la cuchara de madera que usabamos para probar la comida, la arrocera siempre prendida, y claro que si, el ají amarillo. Mi mama se mudo a los Estados Unidos de Perú cuando ella tenía 23 años. Me crié en Hawaii, donde no hay una comunidad de Peruanos, o muchos Latinos en general. Ella me decía que, “siempre extrañaba la comida de Perú”. El punto es, que de seguro se sentía sola, viviendo en una isla donde no existía la representación de su cultura. Pero en nuestra cocina, construimos nuestra propia representación.
Unos de los platos que siempre cocinábamos se llama “Ají de Gallina”, un plato Peruano de pollo en una crema de ají. Para mí, este plato tiene un sabor nostálgico.
Esto es la receta letra por letra en las palabras de mi mamá Rosa:
- Necesitas hervir el pollo y deshilachar (Yo siempre estaba sentada en la mesa, desechando el pollo con un tenedor). También tienes que remojar pan blanco (sin la cresta) en una taza de leche.
- Lo remojas por 10 minutos y a la misma vez, haces una sopa de pollo, con cebolla, zanahoria, apio, un cubito de pollo, y sal.
- Luego, vas a cortar cebolla y ajo para freír con sal y pimienta. Tienes que echar un montón de crema de ají amarillo (mi mama dice que con tres cucharadas esta perfecto).
- Después de freírlo, mezclas la sopa de pollo y el pan con leche. Y vas poniendo el pollo.
- Luego, cuando tienes todo mezclado, le sigues poniendo sal, a mi me gusta ponerle “lemon pepper”. Si está muy caliente, puedes poner más leche. Y finalmente, le pones parmesano.
- Sirve con arroz y disfruta!